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Introducción a la flora alpina

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Aunque la denominación “alpinas” en principio se refería a las plantas de los Alpes, que se desarrollaban a altitudes situadas por encima de los bosques, en la actualidad abarca a todas aquellas que comparten  sus características más importantes al margen de su situación geográfica. Su distribución alcanza la mayoría de las montañas de la Tierra.
Paisaje alpino con Eriophorum angustifolium

La historia de las plantas  ha estado íntimamente ligada a los grandes cambios climáticos y fenómenos geológicos que han condicionado de forma decisiva la vida sobre la Tierra.
Solamente, aquellas que han sido capaces de adaptarse a las nuevas condiciones que se han ido generando (períodos cálidos, gélidos...), han logrado sobrevivir 

Las plantas alpinas son, en general, especies de pequeño porte y adaptadas a vivir en un medio condicionado por una climatología extrema a la que han hecho frente mediante una difícil adaptación a lo largo de miles de años, generando diversos mecanismos los cuales les han permitido sobrevivir hasta nuestros días.

Su compleja biología, su vistosidad tanto en colores como en formas así como los datos sobre su evolución a lo largo del tiempo, han propiciado que sean incluidas entre las especies más interesantes de nuestra flora.

Androsace ciliata:  especie de la alta montaña pirenaica
cuyo color contrasta con el desnudo roquedo donde habita

Xatartia scabra:  endemismo de los Pirineos orientales;
dispone de potente sistema radical adaptado a vivir sobre pedrizas y terrenos inestables
Sólo así se entiende que en las zonas más altas de las montañas, donde condiciones climáticas extremas han recreado y conservado una serie de ambientes similares a los existentes en épocas pretéritas, existan numerosas especies procedentes de períodos diversos que han conseguido mantenerse hasta nuestros días formando una variada y singular flora denominada Alpina, fiel reflejo de los avatares sufridos a lo largo de su historia.

Ramondia myconi   Especie relíctica de la flora terciaria, existente en el Pirineo antes de las glaciaciones  y que sobrevivió buscando refugio en las zonas bajas más favorables a sus apetencias climáticas. Es el único representante ibérico de la familia de las Gesneriáceas de la que existen otras cuatro o cinco especies en los Balcanes. El resto de los efectivos de esta familia se distribuye por las zonas tropicales del planeta.
Salix herbácea, procedente de las zonas árticas, llego al pirineo de la mano de las glaciaciones. Al replegarse éstas con el aumento de la temperatura, ha sobrevivido en las zonas  altas de las montañas donde el clima es similar al de su lugar de origen

BIOLOGÍA DE LAS ESPECIES ALPINAS
Las condiciones extremas en las que se desarrolla la vegetación alpina (violencia del viento, temperaturas extremas, inivación prolongada, escasez  de polinizadores etc..) dificultan, en gran medida, el normal desarrollo, tanto de las especies como de sus órganos reproductores.
Pico Astazu en el Parque Nacional de Ordesa, refugio de una gran diversidad de plantas alpinas
Ha sido su gran capacidad evolutiva y la permanente adaptación biológica y morfológica durante miles años lo que ha posibilitado su pervivencia hasta nuestros días. Flores grandes y vistosas para favorecer la polinización, reproducción asexual o vegetativa (rizomas, bulbos, estolones) para compensar la brevedad del período de desarrollo, pilosidad abundante para defenderse del sol, porte almohadillado contra el viento, etc. son algunas de las estrategias más comunes.
Dryas octopetala especie boreo-alpina llegada a estas latitudes en los periodos glaciales
Ligularia sibirica, nativa de Siberia y Europa del Este,
vive en prados húmedos al norte de los pirineos orientales
Para hacer frente al intenso frío invernal, acrecentado muchas veces por los fuertes vientos reinantes en las zonas altas de las montañas, desde las especies más grandes a las de menor tamaño han ido evolucionando y adaptándose para atenuar en lo posible los efectos de las temperaturas extremas. Así, los pocos árboles que viven en estos medios, tienen las ramas flexibles para evitar la acumulación de nieve que podría llegar a aplastarlos, producen resinas muy resistentes al frío y, en las zonas más expuestas, adoptan portes achaparrado o en estandarte para cortar o evitar los viento y que la violencia de estos no acabe destrozándolos.
El Pinus uncinata o Pino negro es la única especia arbórea capaz de soportar las inclemencias del mundo alpino gracias a las propiedades anticongelantes de su resina y sus ramas flexibles
Sorbus chamaemespilus  Arbusto alpino
que pasa el periodo invernal bajo la nieve al abrigo del bosque de pino negro

Muchas especies arbustivas comienzan su ciclo vegetativo bajo la nieve de forma que, cuando ésta desaparece, están ya preparadas para florecer y completar su ciclo en el menor tiempo posible; esta adaptación deriva de que, en estos medios, el periodo favorable es muy breve 
Rododendrom ferrugineun
Soldanella alpina
Ranunculus pyrineusRododentro, Soldanela y Ranunculus pyrineus  mantienen su ciclo vital bajo la nieve, desarrollando yemas y rizomas, para florecer rápidamente cuando esta desaparece
Entre las especies de tamaño más modesto son muchas las que adoptan formas de pulvìnulos o almohadillas, donde además de protegerse del frío y viento acumulan materia orgánica para su subsistencia. Este método suele ser muy frecuente en aquellas especies que viven sobre roquedos y donde la tierra escasea.

Vitaliana primuliflora
Saxifraga oppositifolia
Saxifraga bryoidesEstas especies se comportan como pioneras que van formando suelo a partir de sus órganos muertos, preparando el camino para el establecimiento de otras menos especializadas.
Otro de los factores a los que tienen que hacer frente durante la época cálida, es la fuerte insolación dominante durante las horas centrales del día que les provoca una pérdida de agua considerable e incluso la desecación total o parcial de sus órganos. Para atenuar los efectos del sol, un gran número de especies alpinas tienen sus órganos cubiertos de una pilosidad blanquecina que les aporta calor y refleja los rayos del sol o disponen de espinas u hojas muy pequeñas para disminuir la superficie de evaporación.
Leontopodium alpinum
Antenaria dioicaLa Edelweis y la falsa edelweis, son dos especies cubiertas de pelos blancos que les ayudan a soportar las inclemencias de la alta montaña
Genista longipesMuchas especies de las montañas mediterráneas propias de collados y cumbres adoptan formas de almohadilla y disponen de espinas para defenderse del sol y  los fuertes vientos reinantes en esa latitudes.
Las especies que viven sobre terrenos inestables y sometidos a un continuo desplazamiento (graveras, tarteras, pedrizas, etc.) para no ser desarraigadas, en ocasiones van alargando sus raíces llegando a alcanzar éstas unas dimensiones considerables o en otros casos forman con ellas una maraña donde acumulan la tierra necesaria que va desplazándose con ellas garantizándose su alimento. 


Viola diversifolia
Linaria alpina subsp. alpinaMientras la Viola diversifolia es un endemismo de la zona oriental del pirineo, la Linaria alpina se extiende por las montañas mas altas de Europa. Las dos viven sobre laderas y gleras móviles.
Pero uno de los problemas más serios que se les plantea en este medio tan hostil, es el de la reproducción o pervivencia de la especie. La escasez o ausencia de polinizadores en la alta montaña la tratan de remediar con unas flores grandes y coloridas más fáciles de localizar por los pocos insectos que allí viven.
Gentiana alpina
Primula latifoliaMuchas de las especies alpinas disponen de vistosas flores
 para atraer a los insectos y favorecer su polinización
Así mismo, una gran mayoría son especies perennes y disponen de un sistema de reproducción vegetativa que les permite ir generando nuevos individuos que garantizan la pervivencia de la especie aquellos  años en que, por distintos motivos, la viabilidad de las semillas no es posible. Esto explica la ausencia de terófitos o especies anuales entre la flora alpina.
Erigeron uniflorus
Ranunculus glacialis
Narcissus abscissusErigeron uniflorus y Ranunculus glacialis son dos especies perennes que viven en las zonas más altas de los Pirineos y disponen de rizomas para su reproducción, mientras que el Narcissus  abscissus, endémico de los pirineos occidentales, lo hace por medio de su bulbo.



Texto y Fotos:   Santi Patiño

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